Es notorio y natural el interés de los bloques de oposición y oficialista por arrastrar a la arena política electorial a quienes son considerados como posibles candidatos del sector contrario para la elección presidencial del próximo año. Independientemente de que si estos ejercen un labor en el gabinete o funciones internacionales fuera del país, Michelle Bachelet, Andres Allamand, Laurence Globorne y Pablo Longueira son citados regularmente por sus competidores a abandonar sus funciones y entrar de lleno en una suerte de pre campaña.
Sin embargo, en tanto no se vulneren los principios de la integridad administrativa y se actué con responsabilidad civica y cultura política, ademas de cumplir los requerimientos de sus cargos, nos se ve sentido en que estas figuras con proyección presidencial satisfaga esas demandas. Lo anterior parece aun mas evidente si se considera que, con un periodo presidencial de cuatro años, se está apenas en el inicio de la segunda mitad de el actual mandato. Asimismo, prescindir tan tempranamente del aporte de figuras como Longueira, Allamand o Golborne-cuya gravitación explica la perspectiva presidencial que adquieren- sería una pérdida significativa para el gobierno. Su remplazo no es fácil,y ese es probablemente otro de los motivos de la oposición para presionar por su pronta salida.
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